Por: El Ámbito
César Farías ya no oculta su frustración. El técnico del Junior de Barranquilla habló sin filtros tras la derrota 1-0 en casa frente al Medellín, resultado que deja a su equipo al borde de la eliminación en los cuadrangulares semifinales. Con un gesto desencajado y en medio de insultos de una afición cansada de la ineficacia, el venezolano dejó claro que el equipo ha sido víctima de su propia falta de gol… y de una cadena de arbitrajes que considera perjudiciales.
“No hemos metido los goles y los arbitrajes nos han castigado durísimo. Eso nos tiene al borde del abismo”, lanzó Farías, visiblemente molesto por lo que considera una mezcla de mala fortuna, errores puntuales y decisiones arbitrales en contra. “Cuando revisas la expectativa de gol, ningún partido lo debimos perder. Pero el fútbol no es solo llegar, es convertir, y nosotros estamos fallando mucho”.
La falta de efectividad ha sido una constante. Farías lamentó que, pese a generar opciones claras, el equipo no define y termina pagando caro. A eso se suma la tensión interna y los errores propios, que según él han sido determinantes en los goles recibidos. “Son errores nuestros, no virtudes del rival. Estamos dominando, atacando, proponiendo… pero sin gol, no hay premio”.
Para el DT, la situación se agravó con la pérdida por lesión de figuras clave como Carlos Bacca y Teófilo Gutiérrez, además de un gol anulado ante Tolima que sigue considerando válido y dos penales no sancionados en partidos recientes. “Sé que suena a excusa, pero no lo es. Lo de los árbitros ha sido una constante: contra América hubo un penal clarísimo sobre Didier Moreno, y contra Medellín otro sobre Guerrero. Así no se puede”, sentenció.
A pesar del panorama sombrío, Farías se resiste a tirar la toalla. “Vamos a Medellín a jugar a ganar. Estamos en deuda con nosotros mismos y con la gente. Hemos estado cerca, pero el fútbol no se trata de estar cerca. Se trata de ganar, de marcar, de evitar errores y de que no te roben en la raya”.
El técnico comparó el Junior que terminó tercero en la fase regular con el que ahora es colero de su grupo: “La única diferencia es que allá sí metimos los goles. Aquí no. Y además nos han dado duro con los arbitrajes. No hay excusas: queda jugarse la vida en Medellín y seguir atacando con todo lo que nos quede”.
El equipo rojiblanco se juega la clasificación en el próximo partido, pero también se juega algo más profundo: la credibilidad de un proyecto que, en cuestión de semanas, pasó del entusiasmo al caos.