Policía confirmó la captura de alias J.
Por: El Ámbito
Zozobra en Buenaventura. La ciudad Puerto, que por estos días goza de una tregua entre dos de sus principales organizaciones delincuenciales, está bajo alerta por el posible final de dicho acuerdo de paz; la captura de un presunto capo de Los Shottas sería la razón por la cual todo podría venirse abajo.
En días pasados los medios de comunicación del Valle del Cauca, y la prensa nacional en general, publicaron los resultados de la tregua entre Shottas y Espartanos: 60 días en los que silenciaron las armas con miras al desarrollo de diálogos orientados a una reinserción social.
Según Alejandro Ocampo, jefe de la delegación de Gobierno en ese espacio socio-jurídico: “Los resultados de la tregua son alentadores y demuestran que cada día que hemos trabajado por la paz y por la vida ha valido la pena”.
Según Ocampo, en estos dos meses los homicidios han disminuido en un 70%, y ninguno de los asesinatos reportados ha sido consecuencia de enfrentamientos entre los Shottas y los Espartanos.
Pero más allá de las cifras derivadas de la tregua, ahora existe un punto de tensión. El pasado 9 de julio se conoció la aprehensión de alias J, capo de los Shottas quien es acusado como presunto responsable de ponerle fin a la existencia de dos personas en un mismo hecho.
La Policía del Valle del Cauca informó que, con el apoyo de la Armada Nacional, materializó la captura de Jader Alexander Mosquera Mina, alias J, de 31 años. El operativo ocurrió en el sector conocido como “La Y”, zona rural de Zacarías, municipio de Buenaventura.
La institución añadió que este integrante del Grupo Delincuencial Organizado conocido como “LOS SHOTTAS”, tendría presunta responsabilidad en un doble crimen en el sector de Zacarías, zona rural de Buenaventura, donde fallecieron Deivy Andrés Camacho y Yerson Aldair Caicedo, hechos acontecidos 1 de enero del presente año.
Una vez presentado ante un juez de la República, el investigado fue cobijado con medida de aseguramiento en establecimiento carcelario.
Se dice que esta aprehensión podría generar retaliaciones por parte de los Shottas, quienes todo el tiempo se han mostrado dispuestos a dialogar, no así como los Espartanos, que durante un tiempo se levantaron de la mesa de diálogos.
La tensión se refleja en indicadores de violencia. Alejandro Ocampo recordó que “Del 5 de mayo al 5 de julio, se han dado 8 bajas en Buenaventura, en el mismo periodo del año pasado hubo 34 hechos fatales”.
En ese orden de ideas se teme a padecer un nuevo periodo como el sufrido en 2023.
Y no es una alarma exagerada, porque es bien sabido que Buenaventura, por su naturaleza de puerto, representa un pieza clave para el narcotráfico, de ahí que el control de la región es vital para muchos grupos al margen de la ley, casi todos con algún tipo de relación directa con Espartanos y Shottas.
Shottas y Espartanos han tenido desde el año 2020 una de las guerras urbanas más temidas del mundo.
Los niveles de tensión eran tan altos en el primer semestre de 2023 que para finales de junio no era descabellada la idea de robustecer la presencia militar y de policía en los barrios más delicados de Buenaventura, principalmente ubicados en las comunas 7, 8, 9, 13 y 15.
Pero, ¿qué más hay detrás de los Shottas y Espartanos?
Según InSIGHT Crime, los orígenes de los Shottas se remontan a finales de la década de 1990.
El Bloque Calima, uno de los frentes paramilitares perteneciente a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), llegó a Buenaventura con la esperanza de expulsar al Frente 30 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que había mantenido su presencia en las zonas rurales del municipio desde finales de la década de 1990.
Los paramilitares mantuvieron una presencia predominantemente urbana y empezaron a reclutar a jóvenes de barrios vulnerables, aumentando la violencia y la extorsión en la ciudad.
Tras su desmovilización en 2006, algunos miembros del Bloque Calima de las AUC continuaron su carrera criminal. Entre ellos se encontraba el clan familiar Bustamante, fundador de la “Empresa”.
Con el tiempo, los Bustamante abandonaron la Empresa y crearon un nuevo grupo conocido como “La Local”, que ya estaba bajo la mira de las autoridades para 2016. Tras varias oleadas de detenciones, Diego Bustamante, alias “Diego Optra”, tomó el control de La Local en abril de 2019. Sin embargo, su liderazgo generó divisiones dentro de la organización.
En diciembre de 2020, una disputa al interior de la Local llevó a la formación de las dos bandas que se disputan el control de Buenaventura en la actualidad: los Shottas y los Espartanos. Para septiembre de 2023, los Shottas tenían entre 600 y 1.000 miembros, según el portavoz de la banda.
La competencia entre Shottas y Espartanos ha llevado a ambas bandas a cometer múltiples delitos con fatalidades incluidas. Estos hechos, además de tiroteos periódicos, también han dado lugar a un toque de queda informal, donde civiles que viven en comunidades con una fuerte presencia de estos grupos rara vez salen de casa después de las 6:00 de la tarde. Incluso se ha informado que algunas escuelas han cambiado su horario para que los estudiantes puedan llegar a casa antes de que empiece el toque de queda.
Un representante de los Shottas dijo a InSight Crime que el grupo criminal espera poder participar de la paz, pero solo se desmovilizará si todos los grupos armados de Colombia también dejan las armas.
De los Espartanos se supo en su momento que era liderado por Jorge Isaac Campaz Jiménez, alias Mapaya. Pero también se manejan por cabecillas situados en cárceles y fuera de Buenaventura.
Los Espartanos se concentran principalmente en la zona insular de la comuna 1 a la 5, en la 6 se le ubica en algunos sectores.
Entre sus formas de control urbano está el planteamiento de fronteras invisibles, restricción de movilidad por horas, restricción de visitas de personas ajenas a las comunas, manejo de las Juntas de Acción Comunal, incluso Prohibición de nuevos vendedores/proveedores de algunos elementos de la economía local. y Prohibición a las adolescentes y jóvenes de tener relaciones sentimentales con hombres señalados de pertenecer a la estructura contraria o integrantes de la Fuerza Pública.
Así está el orden público en Buenaventura, donde esperan continúe la tregua y todo termine en paz.